Que los hombres a quienes maravilla este mundo --su capacidad, su hermosura, el orden de su movimiento continuo, los dioses manifiestos o invisibles que lo recorren, los demonios, árboles y animales-- eleven el pensamiento a esa Realidad, de la que todo es la copia...
(Jorge Luis Borges)

4 de mayo de 2004

Papeles legales y hormonas

El viernes pasado me llegó al correo mi convenio de divorcio. Estoy separada desde hace varios meses y todo está bien en general. Me siento independiente, con nuevos planes y feliz; sin embargo, es inevitable una sensación de desasosiego al leer una decisión en común y bien tomada en jerga legal. Todo allí está en blanco y negro. Limitado y preciso, sin paréntesis ni expectativas ilusorias.

Cabe destacar que el convenio llega justo unos días antes de que también llegue San Andrés (el que llega cada mes) y también cabe mencionar que justo antes de la visita de tal santo mi vida SIEMPRE es miserable. Culpa de las hormonas. Por ende, creo que la vida de la gente a mi alrededor también se amarga con mi presencia. Ni modos, me aguanta el que me quiere, aunque pasados los malos momentos, todos piden esquina y vacaciones de mí cuando yo ya he vuelto a estabilizar mis hormonas y rescato el buen humor y la tolerancia que me caracteriza (alguien tiene que echarme porras, aunque sea yo misma). Creo que mi querido no me verá esta semana. No está mal, le puedo abrir espacio a los olvidados.

Para complicar aún más las cosas, he vuelto a mis antiguas prácticas de ser yo misma ante todo, y más cuando mis hormonas así lo dictan. Olvido toda convención social y aunque intente taparme la boca, lo que pienso en momentos tales lo expreso como va. Así pues, puedo decir desde nimiedades ácidas, hasta comentarios amargos con algún sentido de razón, pero muy poca diplomacia.

Ni hablar. Esto del convenio ha venido a confrontarme conmigo misma en los peores momentos del mes. Espero el miércoles poder hacer un autoanálisis con un poco más de gracia.

La cuestión es que enfrentarte a un papel legal siempre es una confrontación forzosa con uno mismo; independientemente de la decisión tomada y si ésta es buena, mala o regular. Mucho más difícil cuando el papelito, además, implica gastar una suma de dinero que no se tiene disponible (ninguna suma de dinero imprevista está disponible para nada, eso es cierto).

A pesar de todo, parece que la tormenta hormonal se apacigua y llego a momentos más aciagos. San Andrés ya llegó y da mucha lata, pero lo mantendré a raya durante su visita. A final de cuentas, así es la vida.

Fulka