La cama vacía siempre es un espacio para nombrarte,
para imaginar tus manos en las mías
y hacer de mis dedos, mis labios y mis ojos, los tuyos.
La cama no está vacía al pronunciar tu nombre,
cada letra provoca un espasmo adentro,
tu ausencia es dulce
cuando te encuentro en un rincón de mi cuerpo,
cuando olvidaste limpiar tu saliva en mi entrepierna
y me dejaste un beso para explotar en silencio.
A veces, te encuentro en mi boca,
pedacitos de ti que saboreo,
y me vuelco en ti, te busco,
con un ansia de piel y muertes chiquitas,
las miles que muero en tu cuerpo
y que, cuando no estás, se repiten con un préstamo.
De cualquier modo, sé que te veré mañana
y volveré a llenarme para repetir tu nombre,
letra a letra, mientras la cama se llena,
a través de mí, con tu presencia.
Fulka
